viernes, marzo 18, 2005

Ocho años después

No sé si comenté alguna vez que después de casi ocho años, me junté con mis compañeros de colegio. Fue una experiencia rarísima, hasta sentí ganas de ponerme el uniforme.

Las muchachas ya son mujeres casadas y con hijos. Las que no se han casado, están comprometidas. Los tígueres somos unos niños, estamos nuevecitos y solteros. Sólo un herido (divorciado).

El futuro de casi todos ellos ha respondido al perfil. Ninguno me sorprendió demasiado. Pero es increíble, cómo la dinámica del pasado irrumpe de una vez. De inmediato volvió el clima colegial, los relajos, nombres, apodos y chismes continuaron como si no hubiera pasado el tiempo.

Para colmo, el sitio era un parque con una cancha (no, no jugamos), la puerta parecía la entrada a un túnel del tiempo. Lo más extraño es que aunque estábamos en recreo, casi nadie comió nada, todo el mundo hablaba (y bebía) sin parar.

En fin, me gustó mucho verlos, pero el silencio del paso del tiempo es abrumador. La palabra “estándar” los persiguió en forma de anillos de compromiso.

Llegaba la famosa chica que volvió loco a uno en bachillerato y los muchachos empezaban a molestar. Las muchachas del colegio no deberían casarse nunca. Entonces uno no puede ni coquetear con los antiguos amores, porque se casaron con cocodrilos y los llevan a todos lados. Hay algo ahí que es nuestro. No sé qué.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me pasa lo mismo cuando me junto con mis amigos del colegio, Dios mio ya casi 10 años de graduada. El lazo de amistad ni con el tiempo se rompe, ese algo que dices es como si todos nos pertenecemos, tal vez por la cantidad de horas, años e historias vividas.

Pachy

Rocio Russo Pearce dijo...

Me dió nostalgia!

Natanael Disla dijo...

hace dos años nos juntamos un grupo de la promo de mi cole y es cierto eso que dices, Janio, el tiempo como que se detiene y vuelven los relajos, cherchas, apodos y recuerdos.

uno como que se pertenece con todos y se siente en familia.