miércoles, junio 08, 2005

¡Clap!

El gato mantuvo racha de ocho meses libre de intrusos en la casa que disponía de mayor presupuesto y disposición para comprar comidas de gatos en el barrio. A pesar de sus envidiables siestas, nunca durmió en sus laureles y cuando el ratón entró en puntillas por la sala, el angora de dos años lo identificó como un momento esperado.

Saltó la mitad del camino, el ratón entró debajo de la mesa con las bebidas y por una grieta mira sus posibles escudos, el corazón se agita, sus ojos observan, sus patas se ponen en posición de emergencia.

El gato da fuertes golpes en la mesa, tiemblan las botellas, una pata empieza a caber por la derecha y al ratón le queda poco tiempo, hace ruido por el lado izquierdo, tumba, al parecer una botella, el gato se distrae con el sonido mientras sale disparada la imagen fuera de foco del roedor, que alcanza la salida del patio, el gato lo ve cuando ya está un poco lejos y sale una ráfaga con cinco patas a toda velocidad, rumbo al patio, el ratón trepa una rama, salta y se pasa a la casa del vecino, el gato saca las garras, el ratón se tira, el gato ruge como un león gigante, empieza a imaginar el rostro desfigurado del perseguido, el ratón no tiene tiempo para vanidades, pisa el acelerador, mira la puerta, está cerrada, pero una luz en el pasillo promete ventana, pisa el acelerador detrás de los RATONERA.

3 comentarios:

Lizzie González dijo...

Ja! asi mismo es la vida...uno le sale corriendo a algo...sin saber que tal vez más adelante está lo peor

Anónimo dijo...

El que se va a fuñir, con J, no calcula.

Ley de vida, todo lo planteado por tí, cuando uno cree que esta mal es cuando tal vez mejor esta.

Pachy

Gabriela Mejía dijo...

Y viceversa.