"El diario en las manos, es un estremecimiento el cuerpo
que lee. Ávidos ojos que lo han visto ya todo, vuelan mejor
sobre la página trece. Pero el diario se resiste y los dedos
retienen la saliva: hay como un chasquido de ensayo para
despegar los pliegues. No los ojos; a ciegas las manos
olfatean el obituario: primero,
los nombres; luego, tembloroso, el apellido materno
y el paterno. Entonces, aquel bastardo
lee su propia muerte y muere"
Nan Chevalier.
Ave de Mal Agüero (2003)
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