En una noche como ésta, en que los besos están de cumpleaños y el desamor pasó de moda, no hay pretexto para el silencio, ni para las palabras necias y huecas que no hacen eco, que practican marearnos con una absurda consistencia de la rutina.
En una noche, como hoy, se indulta a los pecadores con pasión, las mentiras valen según las intenciones y las verdades transitan libres por nuestras bocas sin causar dolor.
Esta noche queremos que tengan de beber todas las bocas sedientas, que ningún corazón entre solo al Arca de Noé, que los asesinos meen los pantalones, las balas pierdan su brújula, las libras de más nos echen de menos y un solo himno se cante en todo el mundo, firmado por McCartney.
Esta noche llevemos este bar sobre los cielos de Tauranga y Dunedin, despertemos la ciudad que no madruga, bebamos los pendientes a la roca.
Esta noche mandemos las lágrimas a la mierda y apaguémosle el teléfono, para escuchar a quemarropa al Janio que llevo por dentro.
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