El 4 por ciento es solo el inicio
Por Virginia Rodríguez Grullón
No  se trata solo de lograr el 4 por ciento ni se acaba  cuando el 4 por  ciento se logre. El movimiento ciudadano surgido en los  últimos meses  en demanda de que el Estado designe ese monto mínimo del  Producto  Interno Bruto (PIB) al sector educativo es una señal de que la educación comienza  a convertirse, finalmente, en un tema prioritario.  Es el punto  de partida en el proceso de construir un sistema educativo  decente,  transformador y liberador, como se merece la infancia y la  juventud del  país.  Esa es la gran tarea pendiente de la sociedad  dominicana y el  reto que tenemos por delante.
Hay   razones para celebrar. A pesar de que el Congreso Nacional a penas   aprobó 2.3 por ciento del PIB para todo el sector educativo (incluyendo   educación universitaria), muy lejos aún del 4 por ciento establecido en   la Ley de Educación, la ciudadanía puede sentirse orgullosa de su   trabajo.
El   primer motivo para alegrarse es el movimiento en sí. Que tantos   dominicanos de condiciones y orígenes distintos se unieran a esta causa   de manera tan espontánea es un indicio de que nuestra sociedad   evoluciona hacia el compromiso colectivo y la sensibilidad   social. Es, para los que nos atrevemos a soñar, muestra aún tímida de   que la ciudadanía está escuchando la llamada de Janio Lora… está   empezando a despertar, a descubrir su propio poder y a tener fe en el   país que somos.
El  segundo logro es haber colocado el tema en el debate público.   Pensadores de la talla de Amartya Sen, premio Nobel de Economía,   insisten en la importancia que tiene el debate público para el   desarrollo de toda sociedad, pues es en él y a través de él que surgen   la motivación, las ideas y el consenso para llevar a cabo reformas. A   partir de ahora, la discusión sobre el futuro de la educación  dominicana está  abierta. Si el sistema educativo actual no está  funcionando (como  demuestran todos los estudios nacionales e  internacionales) es el  momento de analizarlo y repensarlo por completo,  desde sus bases (qué  tipo de ciudadanos queremos formar, con cuáles  valores y habilidades,  con qué tipo de conocimiento) pasando por toda su  estructura (cuáles  son los mejores métodos para lograr eso que queremos  y con cuáles  acciones específicas vamos a llegar hasta ahí).
Hay  también motivos de esperanza en los pasos que se están dando para   encarar el tema de la educación más allá de la inversión. Me  refiero a la creación del Observatorio   para el Seguimiento y Monitoreo del Presupuesto Público del Ministerio   de Educación, conformado por entidades de larga y respetada  trayectoria  en el compromiso por la calidad educativa, como lo son el  Foro  Socioeducativo y el Centro Juan Montalvo. Este tipo de  iniciativas, que  deben fortalecerse y multiplicarse, pueden contribuir a  que el aumento  en inversión se traduzca realmente en mejoras para el  sistema y entransformaciones más  profundas.
Pero asumir ese desafío pasa,  obligatoriamente, por aumentar la inversión pública, que en nuestro país  ha sido y sigue siendo pírrica, ridícula y vergonzosa cuando  se  le compara con cualquier nación mínimamente avanzada en desarrollo   humano. Y no se trata de justificar o criticar al presente gobierno o a   cualquier gobierno de turno, es más bien un tema de nuestras  prioridades  como Estado dominicano y del cumplimiento a nuestras reglas  de juego,  que son las leyes, a las que cualquier gobierno tiene que  atenerse si quiere mantener su legitimidad. 
En  el actual contexto el primer paso para la mejora de la educación  dominicana es un aumento significativo en la inversión pública,   tanto por la necesidad real de recursos como por la importancia   simbólica que ha adquirido esa meta. Y para ello la ciudadanía   comprometida seguiremos trabajando, llevando el mensaje a donde todavía   no ha llegado, concientizando a los que todavía no comprenden los   detalles de la situación. Para unir a la causa a tantos padres que   sueñan con que sus hijas se eduquen, a tantas madres que trabajan con la   ilusión de que sus hijos tengan mayores oportunidades, y a tantos   estudiantes que deben enfrentar día a día las precariedades de las   escuelas dominicanas. Para que juntos construyamos un sistema educativodigno  y de calidad, empezando por donde la ciudadanía sabiamente ha  señalado: la inversión.
Sinceras   felicitaciones a todas y todos los que se vistieron de amarillo y  mucho  ánimo para este año: el recorrido es hermoso, pero difícil y  largo…  y  apenas empieza. 

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