La risa se convertía en humo denso, el vino blanco en córneas con espadas, mientras librábamos una terrible lucha contra los doscientos watts de esas modernas lámparas que adornaban la atmósfera del estudio. Un sofá, un concierto de tango y Catalina Bahía, un cadáver de cucaracha cerca de la ventana, el olor a rosas mojadas que invadió la casa cuando abriste la puerta... y el descaro de poner algunas barras de chocolate cerca de la vela y el incienso.
No pude más. Caí vencido y me levanté a quitarnos la luz de encima. Recuerdo el débil reflejo del poste de luz que se subió en tu hombro descubierto, marcado por el frío. Supe que tenía que decir algo estúpido para eliminar la distancia entre los dos, y felizmente, tuve a mano la tontería más grande. Después de sembrar mi mano en el frío del reflejo, nada pudo separarnos. El teléfono se cansó de sonar y tu espalda quedó con la textura del sofá, en lo que yo estudiaba bien el sonido del roce de las pieles humanas con el leather.
Tumbamos la botella de vino cuando yo hacía un esfuerzo sobrenatural para que mi voz cruda no acompañara la tuya. Una habitación pocas veces se había parecido tanto a un par de alas, o a un ascensor. Confirmé una vez más que dos voces pueden pisar un acelerador.
Cuando regresamos a tierra, estaba por hacerse tarde y los comentarios vendrían a través de la línea telefónica. Para explicarte esa noche, tendríamos que imitarla.
En lo que disimulábamos la batalla sucedida, hablamos muy poco, pero una extraña sensación de afecto nos tenía rodeados. Al final, tenía miedo de decir algo estúpido y sólo pude decir “llámame”.
Luego me fui, y el mundo volvió a ser un ring.
3 comentarios:
Me encanta ... me encanta ... ¿soñaste con eso la otra noche? Porque yo ... luego de leerlo, si.
Coño Janio, que bueno! Casi que estaba ahí! Sigue escribiendo y cantando que nos hace muy bien.
Ay Janio!!! si, si, si, no no....
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