Aunque estemos en el dos mil cinco, hoy catorce de febrero recibí un ramo de rosas. Al final de cada rama, una cabeza. En el techo un cielo azul. El sol estaba en el bolsillo imaginario de mi camiseta. Al final de cada rama, una cabeza. Conversaban y reían sin parar.
Esas plantas carnívoras comen pollo con ensalada y se riegan con vino. Entonces, cada uno da su espectáculo espontáneo cargado de luces rojas que combinan con el color de la sangre que compartimos a través de gestos y miradas.
Qué bueno es compartir un Salón de la Justicia con amigos que tienen mucho más que superpoderes. Cuando fluye esa energía, la ciudad deja de ser gótica y los malos se ven feos para la foto.
Esperen pronto el capítulo de Marel encerrado afuera.
2 comentarios:
brindemos por esa brutal pereza
Postié muy tarde hace rato que ya pasó el 14, pero fue interesante y sobre todo divertido poder entrar al salón de la justicia y descubrir que nuestros super poderes unidos sacan chispa...
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