Un botón de polea mantiene la cadera de Pacheco lejos de los ortopedas, pero en el iris se le refleja una marca registrada que va con él a todas partes de la casa. Pacheco mira atentamente hacia el frente y se queda con la mirada perdida.
La última vez que lo sacamos del cuartito fue para ver el Tour de France en la sala. Recuerdo que Pacheco empezó a pitar con la cara como un aro de bicicleta, y entre cerveza y vino tinto, desaparecimos el verano de la sala, sentados en el piso.
Ilustración: Cándida.
Junio No Ha Terminado
2003
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