viernes, agosto 28, 2009

Nan Chevalier



“El diario en las manos, es un estremecimiento el cuerpo
que lee. Ávidos ojos que lo han visto ya todo, vuelan mejor
sobre la página trece. Pero el diario se resiste y los dedos
retienen la saliva: hay como un chasquido de ensayo para
despegar los pliegues. No los ojos; a ciegas las manos
olfatean el obituario: primero,
los nombres; luego, tembloroso, el apellido materno
y el paterno. Entonces, aquel bastardo
lee su propia muerte y muere”

NC

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