Hace tiempo mi madre jugaba a que se moría, hasta que yo empezaba a llorar y ella no aguantaba la risa. Aún viéndola reír, me costaba creer que estaba viva. Y luego el tiempo se puso a jugar con todos y las fronteras de la supervivencia fueron apuntándose difusas. Cada hora que pasa, sigo tan incrédulo, como aquel tiempo en que mi madre jugó a que se moría. Pero todos esperamos, al final, la risa.
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