Mariela estaba a dos pasos de ser mujer. No era atleta y sudó en el recorrido que la llevaba hacia la azotea dos veces. Sus tacos causaron el eco que disolvió el presentimiento acostumbrado en los ascensores, marcando el compás del sospechado encuentro de nuestras lenguas con cicatrices de tiempo perdido. Salimos de la cápsula a las escaleras, pero voces de minotauros jodieron la confianza del deseo. Rodamos por el polo magnético, con el filo de los escalones en la espalda, hasta llegar a la libertad excesiva de las azoteas. Faltaba sudar otro paso y se me extravió el castellano.
6 comentarios:
NO! el minotauro de nuevo. Que no regrese el minotauro, por favor!!!
Cuando sea grande quiero ser como tú. Me encantaría poder sacar de mi cerebro ideas tan interesantes. Me dedicaré a leerte a ver si se me pega un chin. :)
Hola, Angie. Bienvenidísima. Gracias.
Janio eres una joyita...
janieta! esa es la angelina "Cuando sea grande quiero ser como tú. Me encantaría poder sacar de mi cerebro ideas tan interesantes. Me dedicaré a leerte a ver si se me pega un chin. :) " Pa que sepa! :P
diablo...y por que yo no escribo asi?
te quiero janio!!!
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