Días como hoy deberían ser feriados. Cuando llueve, ese hueco de tu oficina recupera el nombre de ventana y empiezas a presenciar el regreso de tantas cosas. Vuelven personas, objetos, experiencias y objetos que recuerdan personas y experiencias y experiencias que recuerdan personas y objetos. La vida es tan complicada. Vuelven algunas novias, el calor de algunas voces que besaban el micrófono, y nunca entendí por qué nos peleamos con Fulanita, si era tan sexy los días de lluvia. El olor a tierra roja de los patios, el sudor mojado por la lluvia tóxica con mermelada de smog. Y ruido, y el pelo que volaba como señales de humo al fondo de la guagua, con gesto de virgen.
Y vuelve la secuencia. Miras por la ventana, piensas, te retiras, te tocas la ropa con impotencia, empiezas a desear que ella (o él, en caso de que seas una chica) adivine que esperas su llegada súbita, espectacular, y que signifique algo para el destino. Los días de lluvia, no se toca por tocar. Se toca con el coraje de un corazón que abandona la estrechez con la humedad.
1 comentario:
Y unos días más que otros...La parte buena es que ya casi comienza el show.
Renny R.
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